Ella, que me sabe enferma (sabiendo además yo que no me soporta), me pregunta con voz de niña que vende galletas: Ay, Mariancilla -nótese el diminutivo despectivo- ¿cómo te sientes?
Afortunadamente, y por ello le doy las gracias al cielo y a todos los santos habidos y por haber, acudí a los restos de paciencia que me quedaban y solo respondí: mejor de lo que desearían unas y peor que lo que desearía yo.
Deberían sentirse orgullos@s de mi autocontrol.
Genial, como siempre. Que te pongas bien pronto mi amiga y estés como desees. Un beso.
Gracias Idelfonso… falta que me hace.
brete barato, argumento de novelones mexicanos
incluso de las rosas, Antón, pero no por eso deja de ser válido.
Que buena postura.Felicitaciones!
Se hace lo que se puede , Cé 🙂
Espero que sea sólo un relato, y si no lo es, ¡Mejórate!
no es sólo un relato, así que los buenos deseos son más que bienvenidos 🙂
Entonces, que dure poco el mal.
Besos.