A ella se le nota algo raro, no es una mujer como todas… La carita de gata… Los ojos claros, casi seguro que verdes…
Agazapada en aquel rincón parece uno de esos felinos que adornan los palacios persas. Si la miras bien parece tener destellos amarillos en la mirada. Tiene los ojos tristes de aquellos que han perdido anocheceres. Y son claros, sí, muy claros… Ann siempre ha tenido los ojos medio dorados, medio verdes.
Aquella noche él le había contado la historia de los gorriones mientras le acariciaba la espalda. Ella, lentamente, se había ido quedando dormida. En su sueño, un poco raro, se mezclaban hombres y animales. El Sol la descubrió con un ave entre las piernas. Un pequeño pajarillo gris que se asemejaba en demasía a los famosos gorriones de aquel cuento.
doble (casi triple) like
(el casi es por la brevedad, tú misma)
gracias triples… como por cada comentario suyo 🙂
oh! mi amiga Ann, cuánto te he extrañado. Y tú te apareces así, entre aves y sueños…
Sabía que uno de los primeros comentarios iba a ser el tuyo… Dice Ann que le da gusto volver a verte 🙂
Y yo que le soy recíproco, pero eso ya lo dije… como sea, me colma de felicidad.
Si tan pequeño le resultó es evidente que debiera de cambiar el pajarillo, para las aves y para los jamones el tamaño si importa.
jajajaja… este pajarillo tenía alas… era de los que volaban. Pero sí…tienes razón: para las aves y para los jamones el tamaño si importa.