-Cuando bebé me chupaba el dedo gordo del pie.
-Aprendí a caminar a los 15 meses (según el ortopédico era muy vaga para querer intentarlo antes).
-No lloré cuando entré por primera vez a la escuela.
-Nunca me gustó jugar a las muñecas.
-Me hice la primera fractura montando patines con los varones del barrio.
-Cuando me castigaba mi mamá, subía a mi cuarto y me ponía a leer (como si aquello pudiese molestarla).
-Me castigaban tanto que me leí par de veces el Tesoro de la Juventud antes de los 12 años.
-Me enamoré de C++ el día que empecé a programar…
Y me cuesta un trabajo descomunal tomar un cepillo y peinarme.
Lo confieso… puedo ser un poco rarita de vez en cuando.
No me parece tan raro…. anda no nos ocultes nada, estoy seguro de que por ahí guardas un par de rarezas más, de esas que condimentan la vida…
si las cuento todas nadie las descubre.
ummm…. una estrategia, jeje. Excelente carnada para atraer curiosos.
así mismo… pero no se lo digas a nadie… que es secreto.
Estoy bien calladito
Todos somos medio “raritos” de tanto en tanto. sobre todo para la mirada del otro. la cosa se pone grave cuando esas “rarezas” ya nos llaman la atención a nosotros mismos.
Saludetes.
buen punto… tengo que revisarme uno o dos tornillos 🙂
Y juegas fútbol, lo cual en Cuba es una verdadera rareza 🙂
no me eches más pa’lante!!!
El C++ ese supongo que será de buena familia, limpio y trabajador ¿no?, porque si hay que educarle avisa y le damos un par de viajes 😀
No te recomiendo a ese, siempre está “apuntando” a otros
ajajjaja… bueno el chiste… solo para informáticos 🙂
se porta mal de vez en cuando pero al final casi siempre me hace caso… no te preocupes 🙂
Por lo demás, has descrito a una muchacha muy interesante a la que dan ganas de conocer a cabalidad 😉
Jaja la rareza o la particularidad de personalidad 🙂
Mi niña, son éstas rarezas las que nos hacen mejor, las que identifican algo de lo que somos, las que nos harán sentir vivos y felices cuando el mundo parece caerse a pedazos, cuando todo parece irse al carajo. Las rarezas nos hacen humanos.
Me encanto la de irte a leer, curioso y constructivo: te aprisionaban el cuerpo, pero tu liberabas tu mente, y esa libertad inmensa se ve reflejada en estos bellos escritos que compartes, gracias a ti por compartirlos y gracias a tus padres por castigarte y a ti por soportarlo.
Otro inmenso abrazo.
Gracias Manuel… creo que mi mamá me castigaba tanto para que leyese más 🙂