Sus ojos eran negros, casi azabaches… y tristes, muy tristes. Tenía los ojos más tristes que había visto vivir. La melancolía se le desbordaba en la mirada y no pude más que sucumbir a los lazos de su nostalgia. Las estrellas y el vino tinto fueron el perfecto acompañamiento de un crepúsculo un tanto mágico.
Hoy, cuando las letras me traen su recuerdo, siento que el viento llega y me regala su abrazo.
tienes un tesoro, guárdalo bien!
ojos y abrazos como esos no se ven todos los días.
lo sé, pero no hay mejor baúl que los recuerdos.
abrazo que seguro estaba esperando no más que lo recogieras del viento como pájaro de alas cansadas que llega al nido…
como los pájaros negros de cierto parque que nunca llegué a fotografiar.
Oh! Pero no lo sientas, recuérdalo con gentileza… y tal vez, dibújalo con la magia de lo pasado y encontrarás el límite de la fotografía, que no se deja enriquecer.
I will.
Si hay algo perfecto son los abrazos, mariposas